La Radiofrecuencia consiste en aplicar sobre nuestra piel ondas electromagnéticas de alta frecuencia, que tienen como misión calentar las diferentes capas de nuestra dermis mientras se protege la epidermis.
Este calor controlado permite retensar las fibras de colágeno ya existentes, a la vez que aumenta el metabolismo de los fibroblastos para producir nuevas fibras de colágeno y elastina.
De esta forma aumenta el grosor de la piel, reduciendo las arrugas y la flacidez.
Es un tratamiento indoloro ideal para realizar justo antes de un evento ya que carece por completo de efectos secundarios salvo quizás algún leve eritema, que se resuelve inmediatamente.
Sin embargo, la acción de generar nuevo colágeno no ocurre de forma inmediata, sino que requiere un numero de sesiones (al menos 5).
Dependiendo del grado envejecimiento y flacidez…será necesario insistir o combinar con otros tratamientos.
En cuanto a su uso en corporal:
Mejora de la circulación sanguínea local (vasodilatación e hiperemia) y el drenaje de depósitos de grasa hacia el sistema linfático; y disolución de ácidos grasos y reducción y eliminación de células grasas por inducción térmica.
La radiofrecuencia consigue destruir las paredes de unión de la célula adiposa, para su posterior drenaje.
Lesiones térmicas controladas, pueden provocar la contracción del tejido seguida de una respuesta inflamatoria acompañada de una migración de fibroblastos a la zona; el resultado es la eliminación de la protuberancia de la grasa subdérmica causante del abultamiento de la piel.
La zona se refuerza con depósitos de tejido conjuntivo adicional como parte de la reparación del tejido y de la fase curativa